Los taninos son sustancias astringentes conocidas como compuestos fenólicos que se pueden encontrar en muchas plantas, cáscaras de uva, semillas, tallos y barricas de roble. La palabra deriva del inglés “tanning” (o “curtido” en español), un antiguo proceso de curar el cuero con extractos de plantas. Las plantas desarrollaron taninos para evitar que los animales comieran sus hojas y frutos antes de que maduraran por completo. Este compuesto se extrae durante la fermentación del vino y la maceración con las cáscaras de la uva y puede identificarse como una sensación de resequedad en el paladar. El término se aplica principalmente a los vinos tintos, ya que los vinos blancos no suelen fermentarse con sus pieless. Los taninos aportan textura, estructura y equilibrio al vino, además de alargar su potencial de envejecimiento, ya que actúan como preservative natural y se suavizan con el pasar del tiempo.
Las variedades de uva tienen diferente contenido en taninos. Pinot Noir y Gamay tienen un bajo contenido, mientras que Monastrell, Nebbiolo y Petit Syrah tienen taninos intensos. Un punto importante a tener en cuenta si no te gusta demasiada astringencia en los vinos tintos, ¡o si realmente lo disfrutas!
Autor: Maytte Rivera